Ecos de la piel

Esta colección comenzó como un experimento casi azaroso, una convergencia entre unos materiales que no elegí y una decisión que no tomé.

Por un lado, la colaboración con Phoenix Arts Europe me puso en las manos estos soportes negros que parecían pedir a gritos que explorara lo desconocido, mientras que mis seguidores en redes sociales, con su voto, trazaron el camino: eligieron ‘cuerpos’ como protagonistas de estas pinturas.

Trabajar con estos soportes negros se convirtió en un viaje que no esperaba.
El negro de la base no es solo una ausencia de color y materia, sino un espacio lleno de misterio y de posibilidades desde donde emergen las formas.

Así que, desde esa oscuridad, empecé a construir volúmenes a través de la luz, dejando que cada pincelada revelara algo nuevo. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba explorando algo más que figuras humanas: estaba creando un diálogo entre pensamientos, recuerdos y emociones, esas cosas que surgen desde lo más profundo de nosotros y se hacen visibles solo a través de pequeños destellos, como trazos de luz.

El autorretrato que forma parte de esta colección es el punto culminante de esta búsqueda.
Su expresión captura ese instante en el que algo se revela, como si el rostro habitara entre planos de consciencia, siendo testigo de un susurro que vibra desde dentro. Es, en sí mismo, la encarnación de esos ecos de la piel: pensamientos que laten, recuerdos que susurran, emociones que hablan en silencio.

Esta experiencia me hizo reafirmar algo que quiero compartir contigo:
Todo está conectado: los cuerpos, los sueños, las memorias y los trazos de nuestro ser.
Cada pincelada es una extensión de mi propia búsqueda y de lo que soy, anhelo y recuerdo.

Con esta colección te invito a entrar en esa conexión conmigo, a escuchar los ecos de la propia piel empastados en cada pincelada y dejar que sean ellos quienes nos guíen hacia algo más profundo.