PREVENTA DE LA COLECCIÓN

MATERIA Y ESPÍRITU

Terracota habla de lo que somos… y de lo que no podemos nombrar.
De esa tensión eterna entre cuerpo y alma, carne y luz, arcilla y éter.
De lo físico que pesa y lo invisible que arde, se eleva.

Cada una de estas pinturas nace del color terracota, pintado en acrílico a través de una mezcla propia hasta dar con el tono adecuado. Y es que no es sólo un color, sino una declaración de origen:
La tierra como útero, como barro sagrado, como material de creación, de la cuál nacen cada una de las figuras a óleo que te presento.

Porque en muchas culturas antiguas, el ser humano fue modelado en arcilla, con manos divinas.
Y eso es lo que hago aquí: volver a moldear la carne.

Pero no cualquier carne: una que late, que pesa, que arrastra a tu mirada hacia ella, que intenta agarrarla, sin poder tocarla...fisicamente.

La pincelada busca la carnosidad. El volumen. La curva. El deseo.
No hay distancia entre lo anatómico y lo poético.
Lo que ves es cuerpo… pero lo que sientes es otra cosa.

Y entre esos pliegues, aparece a veces un resplandor sutil: un azul, casi celestial.
Ese es el azul luz, que representa el alma, el Yo espiritual, lo que se escapa. Nuestra verdad.
Apenas asoma entre la piel, como si intentara salir, recordándonos que la materia también puede ser un canal de trascendencia.

Terracota es la unión imposible de esos dos conceptos.
La alquimia entre la densidad del barro y la levedad del espíritu.

Una fusión que no puede separarse en este plano.
Una ilusión que nos recuerda que no somos solo cuerpo… pero tampoco somos solo luz.

Dicen que fuimos hechos del barro.
Que un puñado de tierra húmeda, moldeada con deseo y soplada con alma, fue suficiente para convertirnos en milagro…

Disponible en exclusiva hasta el lunes 16 de Junio.
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