La perseverancia

Cuando no estoy mezclando colores en mi paleta, trabajo como coach de modelos, ayudando a aspirantes a conseguir sus objetivos. Y es en ese alter ego profesional, donde encuentro muchas similitudes con la carrera de artista, donde la línea que diferencia modelos y aspirantes a modelos no se encuentra en la longitud de sus piernas, sino en la fortaleza de su perseverancia y la actitud con la que deciden enfrentarse a las adversidades que se plantean en esa industria. 

Así, en este cruce de caminos entre la moda y el arte, encuentro un nexo de unión: la esencia de nuestro ser se esconde en el interior, y en la mayoría de los casos, se queda esperando a ser descubierta... sentada en el sofá, viendo TikTok, esperando a que aparezca una notificación con un nuevo casting.  Como si triunfar en el mundo de la moda dependiera únicamente de las horas que pasamos viendo las redes sociales. 

Y como artistas, veo que pasa un poco lo mismo. Esperamos que nos descubra un gran coleccionista o marchante, quizá una galería que apueste por nosotros y delegar en ellas ese trabajo de difusión y de circulación de dinero. Como si fueran un hada madrina que mueve su varita y vende obra. Pero creo que a estas alturas y con la tecnología que nos rodea,  los artistas debemos sacar la cabeza de nuestro ombligo de una vez y ser nosotros quienes tomemos las riendas de nuestra propia difusión, de nuestro propio trabajo, siendo ante todo perseverantes.

Ser artista es una cualidad con la que nacemos, pero llegar a poder vivir -que no sobrevivir a duras penas - de nuestro arte, sólo se adquiere con el tiempo, constancia... y mucho trabajo. Yo no creo en la suerte como algo que llega sin más, si no más bien como el resultado de unas acciones que tomamos y tienen sus frutos, en el momento exacto. Y es así como, poco a poco, nuestro camino de artista se irá conformando en una obra de arte en sí misma, que crece y se transforma con el paso del tiempo. 

Lo que me recuerda a un cuadro que pinté hace ya 10 años y que se quedó guardado en un armario, hasta que tiempo después, cuando lo reencontré, decidí darle el esplendor que merecía y sacar todo eso que llevaba en su interior y que aún no había sido revelado, porque no fue el momento ni el lugar, cuando empecé a pintarlo. 

 Aquí abajo te lo muestro, aunque eso pueda ponerme en el compromiso de cambiarlo de mi salón al tuyo, para que puedas apreciar tanto la obra, como la similitud con la historia que comparto en su descripción.